4. El Castillo del Silencio

4. El Castillo del Silencio 

Para llevar a cabo su propósito, el caballero se adentró en el Sendero de la Verdad, en el cual encontraría una serie de “Castillos” que tendría que recorrer solo. Estos castillos no son más que pruebas para uno mismo, pruebas que tendría que resolver para poder alcanzar la meta: liberarse de su armadura. 

El primero de ellos era el “Castillo del Silencio”. El Caballero entra solo en el castillo donde todo es silencio. Cierra la puerta y se embosca en su complejo interior para conocer aquello que turba su propio silencio, pudiendo hablar con su "VERDADERO YO". 

Lo que yo puedo extraer de este capítulo es que toda persona necesita su tiempo de reflexión para poder llegar al cambio. Uno no puede darse cuenta de las cosas si no las valora, o mejor dicho, si no aprende a valorarlas. 

A veces estamos tan inmersos en nosotros mismos que no nos damos cuenta de lo que tenemos a nuestro alrededor, y es cuando nos paramos a reflexionar, cuando nos damos cuenta de lo mucho que nos aportan. El caballero solo, con su silencio, pudo adentrarse en su interior a pesar de tener la armadura puesta: se dio cuenta de miedos que habían convivido con él durante mucho tiempo, miedos que había escondido en un cajón y que solo le dejaban  mostrar un reflejo de su persona, impidiéndole aflorar su verdadero “yo”. Y es allí, cuando en soledad consigue sumergirse en sus pensamientos y percibir que se estaba escondiendo de la realidad, y que debía de afrontar esos miedos guardados para poder conocerse verdaderamente y poder liberarse al fin. 

Todos deberíamos hablar con nuestro yo interno. La mayoría de nosotros creemos saberlo todo sobre el mundo y en realidad no conocemos nada. Largo camino nos queda para poder llegar a decir que nos conocemos a nosotros mismos, y para ello se precisa de voluntad: voluntad para querer aprender, porque en cada paso que damos  y en cada caída que tenemos aprendemos. Gracias a ello podemos progresar y podemos crecer como personas.   Y una cosa esta clara, no podemos hacerlo solos. Necesitamos contacto, necesitamos relacionarnos. No podemos aislarnos y creer que lo sabemos todo porque de todas las personas se aprende; todas somos distintas y únicas, y esa diversidad hace que las relaciones sean tan maravillosas y lucrativas.