2. En los bosques de Merlín

2. En los bosques de Merlín

No fue una lucha fácil: la liberación de la armadura resulta más difícil de lo que uno espera. Hay que recorrer un largo trayecto, aprender mucho de la vida, y dejar pasar el tiempo para lograr vencer la coraza.  Entiendo que cuando se habla del bosque, se habla del inconsciente: se habla de adentrarse en un mismo para encontrar las luces y oscuridades que en él existen. 

Pero por supuesto, esto no ocurre por arte de magia: Merlín no representa a un mago convencional, más bien representa a una persona sabia y decidida a ayudarle haciéndole conocerse a sí mismo... y es así como ganas la batalla. El caballero se consideraba a sí mismo como un ser bondadoso, amoroso y extremadamente inteligente… Pero su viaje por el bosque, sumado a las circunstancias que le estaban abordando, le estaban haciendo cuestionarse esas cualidades que él creía intrínsecas: le estaba haciendo pararse a reflexionar. ¿Realmente somos lo que creemos? ¿O creemos ser lo que queremos ser? ¿Qué piensa la gente de nosotros? ¿Hemos creado nuestra propia ilusión en ellos y vivimos en un engaño? Su hijo no supo contestar a la pregunta de cómo es su padre, lo cual hizo derrumbarse al caballero, dándose cuenta de que ni su propio hijo le conocía. Volvemos al hecho de que había dejado tantas cosas importantes en el camino hacia lo que él consideraba su “éxito” que ahora mismo se encontraba vacío. ¿Mereció la pena? 

"Una persona no puede correr y aprender a la vez. Debe permanecer en un lugar durante un tiempo"

El caballero llega a convertirse en un pobre convaleciente, hambriento, sediento y exhausto. Tiene que comprender la causa de su convalecencia; tiene que sentarse a reflexionar para comprender que la armadura esta pudiendo con él y tiene que navegar por su interior para conocer la solución a su desdicha. 

Cuando reflexiono acerca de este capítulo, me doy cuenta que yo en algún momento de mi vida también creí ser alguien que no era. Quise ser alguien que yo no era y quise demostrar a la gente cosas en las que ni yo misma creía. Fue una tontería: pasaba más tiempo pensando en los demás y en qué pensarán los demás que en las cosas importantes de mi vida. Y efectivamente, me llevo un largo camino (que aún recorro) darme cuenta de todo: muchas desilusiones y muchos altibajos. Pero estoy orgullosa de ese trayecto, porque me ayudó a darme cuenta de que soy una persona mucho más maravillosa de lo que yo creía ser, y creo que no solo yo me siento agradecida, si no la gente (mi gente) se siente agradecida de haber recuperado a mi verdadero yo.